La pasión de tu desenfreno lujurioso
enrosca el sudoroso impulso sobreprotector
de un deseo inconfesable a orillas
del arrebato tierno que la vehemencia encarna
en mil y una notas abotonadas bajo el
sucio dial invertido de una música perturbada
por los angustiosos juegos patológicos de nuestras
piernas de ave
Eróticamente supones el casto delirio bestial
que subyuga toda fauna animada por el denso mar
de jadeos que claudican sus ásperas ofrendas tibias
en cáscaras del ocio obsceno y la procaz
obstinación almibarada de una avasallante
oquedad profunda y tórridamente coagulada
que tropieza límpida en la mortificante periodicidad latente
por las tornasoladas oleadas aromáticas de nuestras
piernas de ave
El templo ha abierto sus enjambres
para que bajes al sol delicado del imaginario soez
no lo defraudes esta vez