El vulgo te consideraba (tango)

Fijate que cuando garchamos
hay como un monstruo orgánico
que une todo con sus centelleantes babas 
desde las porcelanas cálidas de tus dedos
hasta el incesante zumbido cardíaco de 
la cabeza de mi muñeco de carne y fibras

El tipo se sienta lo más pancho
mientras osamos pernoctarnos y
bicicleteamos intensamente por las callejuelas extáticas
de tu pequeñísimo averno pantagruélico
portando el deseo como un fiel talismán del hampa
que pugna pavoroso por vomitar
orgasmos sabor libélula, jengibre, chorizos
al vino blanco, toallas recién lavadas y
tibia levadura

Cuando el denso maremagnum de esperma blanquecino
atropella en tu cajeta y apabulla,
el monstruo citado más arriba  menea sus labios arcillosos
en un discreto aplauso color sangre 
que convierte en opio por segundos tontos
el disco de The Cure que elegimos
mientras tu rebosante monte sacro y velludo
jugaba desordenado fútbol silencioso
con mis dedos campeones de América
y del mundo