Porque tú lo mereces

Veinte viajes antialérgicos de la silla
del marinero
y éste (el bote que espero)
se retuerce entre tus ejes

Los peines a cualquier hora
entretienen la sonaja 
cuando
en tu casa de paja
escuchas llorar los niños
que son tan caros como grises
por un famoso tema de guita
vos pajeate y chupá verguita
mientras mueren los gurises

La leña y la Coca-Cola
tienen código de barras y aunque
todo pasa efervesciendo
entre tus hojas de parras
vas afilando cadáveres
de mil hambres y mil tareas
de mil setecientas cosas feas al
interior de un pañal

Quise quisiste quiero dale
pero en tus profundos matorrales que aún
huelen a estancia
lo podrido y la elegancia
cogen sólo en bacanales
sin pan ni salsa de soja, sin
cucharadas y el color
es un roído tambor
que en la primera de cambio te explota
mostrándote las pelotas
y ofreciéndo una seca teta
en una roja etiqueta
que te tatúa una flor
muerta, siempre muerta